Me ha dado una pereza tremenda. Bueno, me dio, porque me lo acabé hace dos semanas largas, pero no tenía ganas de decir nada al respecto. Me temo que la trilogía Luna de Ian McDonald me quitó las ganas de politiqueo y aniquilación entre nobles por mucho tiempo. La insistencia con las profecías intensitas tampoco me ha sentado bien: estoy mayor ya para que me cuelen un “oh, ¡es El Elegido!” sin vaselina ni mimitos. Si bien el último tercio me ha interesado más, me temo que para entonces ya le había cogido manía al libro. Obviamente, no leeré el segundo y el tercero, que tengo entendido que redondean este libro: no soy tan masoca.

Por lo demás, agradezco haber podido leerlo en su edición revisada por David Tejera Expósito. Entiendo que ha hecho un buen trabajo porque no he encontrado nada que criticarle: a menudo esta es la prueba del algodón de una buena traducción, que no se note que está ahí.

Y perdónenme si no estoy siendo la alegría de la fiesta, pero es lo que hay.