Cortázar se lee de corrido, pero merece releerse. Si bien es un libro pequeño en tamaño, no deja de ser una obra rica en imágenes, en ideas y en lentes para ver lo asombroso en lo cotidiano.

Cortázar tiene aún mucho que enseñarme, y no precisamente porque yo sea ignorante. Más bien es como ese himno: «estaba ciego pero ahora puedo ver». Algo así me pasa cuando leo con calma y cuidado a Cortázar.