La base de la historia me pareció interesante, pues, como muchos otros títulos de la literatura latinoamericana, “Casa de furia” recurre a una familia numerosa para representar los males que aquejan a la sociedad en la que se desarrolla la trama (Colombia, en este caso). Así, nos presenta a un jefe de familia (Nacho Caicedo) que evoca a la figura de la patria y que, por eso, desde el sentir latinoamericano, es incapaz de cumplir con su rol de manera ejemplar debido a los múltiples “males” sociales que lo aquejan, siendo el principal de ellos la corrupción. 

Pudo haber sido un gran libro, pero el autor pobló su historia de múltiples personajes que terminan por parecerse unos a otros hasta resultar irreconocibles. Además, una serie de acontecimientos sucede uno tras otro sin llevar a nada, pues Rosero se queda en la carnecita, no va al hueso y, por ende, todo resulta superfluo. 

Al llegar al final, simplemente cerré el libro y continué con mi vida. No me dejó nada más que un intento que quiso, pero que no fue.