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A review by schwarzer_elch
Austin, Texas 1979 by Francisco Ángeles
3.0
Llegué a este título gracias a que su descarga gratuita se activó durante el aislamiento social obligatorio que se decretó en mi país este año. Y, la verdad, es que me cayó a pelo: libro gratis, novela de ficción, extensión breve, autor peruano… ¡Todo lo que estaba buscando para estos días!
Según la sinopsis, la historia reflexiona sobre la masculinidad y sus exigencias, sobre la paternidad y el desengaño y, principalmente, sobre las fisuras del yo. Como lector, puedo afirmar que los tópicos mencionados sí están presentes a lo largo de la historia y creo que, en líneas generales, el autor logra reflexiones interesantes al respecto. En ese sentido, puedo decir que es un libro que disfruté, no de manera extraordinaria, pero sí pasé un buen rato mientras lo leía. Ahora, algo importante de mencionar, es que el libro se divide en tres partes y cada una de ellos generó sensaciones, emociones y resultados diferentes en mi experiencia como lector. Aquí va el detalle:
Durante la primera parte, conocemos la relación sentimental del protagonista: un hombre que se casó joven, acaba de separarse antes de los 30 años y, ahora, acude a terapia. Durante una de las sesiones, mientras espera, conoce a Adriana, una mujer manipuladora con la que se involucra sexualmente. Los primeros capítulos del libro se dividen entre la presentación del status quo del personaje principal y la historia de los padres de Adriana, contada por ella misma. Para mí, este fragmento es la mejor parte de toda la novela: un relato interesante (especialmente la parte contada por Adriana), personajes interesantes (Verónica, su amiga, el padre de Adriana, el amigo soviético del padre de Adriana, etc.), una narrativa ágil, sencilla, de lectura rápida e, incluso, muy divertida por momentos. Realmente disfruté leer este primer fragmento hasta que…
Llegó la segunda parte. En este momento del libro, que además es el más extenso, el protagonista se encuentra con su padre y conversan en el Burger King de Javier Prado con Olguín. El padre aparece por primera vez para rememorar una historia del pasado (la que le da título al libro) que vivió en primera persona y que lo involucró con una alumna de universidad a la que él le enseñaba español. Esa relación casi se tumba el estable matrimonio del hombre y, ahora, muchos años después, decide hacer catarsis al contarle toda la verdad a su hijo. Siendo sincero, la historia que se relata aquí fue la que más disfruté de todo el libro, me parece que el arco narrativo está muy bien elaborado, las situaciones, los objetivos y los obstáculos de los personajes que la protagonizan son sumamente interesantes; sin embargo, fue la parte que más me costó leer. ¿Por qué? El estilo que utilizó el autor para narrarla fue a través de un monólogo del protagonista, contando lo que su padre le había dicho. ¡Uff! Larguísimo, súper pesado de leer, sin pausas… La verdad, es que no lo pude disfrutar para nada por eso. Básicamente, el estilo es el mismo que utilizó el salvadoreño [a:Horacio Castellanos Moya|609209|Horacio Castellanos Moya|https://images.gr-assets.com/authors/1552077219p2/609209.jpg] en [b:El asco: Thomas Bernhard en San Salvador|4138573|El asco Thomas Bernhard en San Salvador|Horacio Castellanos Moya|https://i.gr-assets.com/images/S/compressed.photo.goodreads.com/books/1347309296l/4138573._SY75_.jpg|1253106] (un gran libro, por cierto), pero, en este caso, el resultado no se acerca en lo más mínimo a lo logrado por el centroamericano. Es más, faltando tan poco para terminar con la lectura, pensé en dejarla para otro día más de una vez.
Finalmente, y contra todo pronóstico, llegué a la tercera parte: el desenlace. Aquí se mezclan los personajes de las dos primeras partes y sus respectivas historias. Es una parte muy breve, por momentos un poco larga, pero manejable. Aquí, el autor se centra en el conejo y su significado simbólico para darle fin a la historia del protagonista. La verdad, si no fuera por la portada (que tiene un conejo), prácticamente, yo ya me hubiera olvidado que el conejo aparecía en la historia. Además, como venía “agotado” después de leerme la segunda parte de un tirón, no pude disfrutar mucho de la conclusión de la historia y, por momentos, me iba un poco. Aún así, considero que la figura del conejo es un recurso bastante interesante, aunque poco aprovechado.
Veo que las críticas que se han escrito de este libro son, por lo general, bastante buenas. En mi caso, aunque siento que no se trata de un libro espectacular, sí lo considero una lectura interesante. Sus puntos fuertes son bastante fuertes, mientras que sus puntos débiles no son tan débiles, así que la balanza se inclina a su favor.
Según la sinopsis, la historia reflexiona sobre la masculinidad y sus exigencias, sobre la paternidad y el desengaño y, principalmente, sobre las fisuras del yo. Como lector, puedo afirmar que los tópicos mencionados sí están presentes a lo largo de la historia y creo que, en líneas generales, el autor logra reflexiones interesantes al respecto. En ese sentido, puedo decir que es un libro que disfruté, no de manera extraordinaria, pero sí pasé un buen rato mientras lo leía. Ahora, algo importante de mencionar, es que el libro se divide en tres partes y cada una de ellos generó sensaciones, emociones y resultados diferentes en mi experiencia como lector. Aquí va el detalle:
Durante la primera parte, conocemos la relación sentimental del protagonista: un hombre que se casó joven, acaba de separarse antes de los 30 años y, ahora, acude a terapia. Durante una de las sesiones, mientras espera, conoce a Adriana, una mujer manipuladora con la que se involucra sexualmente. Los primeros capítulos del libro se dividen entre la presentación del status quo del personaje principal y la historia de los padres de Adriana, contada por ella misma. Para mí, este fragmento es la mejor parte de toda la novela: un relato interesante (especialmente la parte contada por Adriana), personajes interesantes (Verónica, su amiga, el padre de Adriana, el amigo soviético del padre de Adriana, etc.), una narrativa ágil, sencilla, de lectura rápida e, incluso, muy divertida por momentos. Realmente disfruté leer este primer fragmento hasta que…
Llegó la segunda parte. En este momento del libro, que además es el más extenso, el protagonista se encuentra con su padre y conversan en el Burger King de Javier Prado con Olguín. El padre aparece por primera vez para rememorar una historia del pasado (la que le da título al libro) que vivió en primera persona y que lo involucró con una alumna de universidad a la que él le enseñaba español. Esa relación casi se tumba el estable matrimonio del hombre y, ahora, muchos años después, decide hacer catarsis al contarle toda la verdad a su hijo. Siendo sincero, la historia que se relata aquí fue la que más disfruté de todo el libro, me parece que el arco narrativo está muy bien elaborado, las situaciones, los objetivos y los obstáculos de los personajes que la protagonizan son sumamente interesantes; sin embargo, fue la parte que más me costó leer. ¿Por qué? El estilo que utilizó el autor para narrarla fue a través de un monólogo del protagonista, contando lo que su padre le había dicho. ¡Uff! Larguísimo, súper pesado de leer, sin pausas… La verdad, es que no lo pude disfrutar para nada por eso. Básicamente, el estilo es el mismo que utilizó el salvadoreño [a:Horacio Castellanos Moya|609209|Horacio Castellanos Moya|https://images.gr-assets.com/authors/1552077219p2/609209.jpg] en [b:El asco: Thomas Bernhard en San Salvador|4138573|El asco Thomas Bernhard en San Salvador|Horacio Castellanos Moya|https://i.gr-assets.com/images/S/compressed.photo.goodreads.com/books/1347309296l/4138573._SY75_.jpg|1253106] (un gran libro, por cierto), pero, en este caso, el resultado no se acerca en lo más mínimo a lo logrado por el centroamericano. Es más, faltando tan poco para terminar con la lectura, pensé en dejarla para otro día más de una vez.
Finalmente, y contra todo pronóstico, llegué a la tercera parte: el desenlace. Aquí se mezclan los personajes de las dos primeras partes y sus respectivas historias. Es una parte muy breve, por momentos un poco larga, pero manejable. Aquí, el autor se centra en el conejo y su significado simbólico para darle fin a la historia del protagonista. La verdad, si no fuera por la portada (que tiene un conejo), prácticamente, yo ya me hubiera olvidado que el conejo aparecía en la historia. Además, como venía “agotado” después de leerme la segunda parte de un tirón, no pude disfrutar mucho de la conclusión de la historia y, por momentos, me iba un poco. Aún así, considero que la figura del conejo es un recurso bastante interesante, aunque poco aprovechado.
Veo que las críticas que se han escrito de este libro son, por lo general, bastante buenas. En mi caso, aunque siento que no se trata de un libro espectacular, sí lo considero una lectura interesante. Sus puntos fuertes son bastante fuertes, mientras que sus puntos débiles no son tan débiles, así que la balanza se inclina a su favor.