Ay Cometierra, Cometierra, Cometierra... la voz de los que no tienen voz, el rostro de quién ya no tiene, el dolor de tratar con los que ya no son.

Un libro durísimo, pero igualmente con una belleza dolorosa, lúgubre, dolorida. Compasión, miedo, dolor, soledad, aislamiento, sufrimiento, suciedad, amor e incluso dependencia... tantos sentimientos, tantas cosas que contar, tanta lucha.
La empatía y a la vez la necesidad de despegarse, la realidad social de un país donde las voces cada vez se extinguen más porque no se quiere escuchar, porque la lucha sigue a diario pero quien más puede ayudar hace oídos sordos.

Ay Cometierra, ojalá existieras de verdad y pudieras paliar el dolor, pudieras dar esperanza a quien lo necesita y dar la verdad a quienes buscan.
Y sobre todo, ay Dolores Reyes por plasmar todo en esta brillante obra, gracias.