“Me doblegué a la exigencia del mundo donde vivo, que se esfuerza por hacerte olvidar los recuerdos del mundo anterior como si fueran algo de mal gusto.”

Annie Ernaux me sigue sorprendiendo con cada lectura. Y es que cada libro que leo, es conocer más y más a la autora. Una mujer que decide abrirnos las puertas de su corazón, de su alma y de su familia.

En “El lugar” la autora rememora la figura de su padre. Su crianza, su infancia. Ese lugar hace referencia precisamente a la falta de ubicación, a la pérdida de identidad, al sentirse desorientado en un mundo y en una época que van demasiado rápidos.

En pleno duelo por su progenitor, Ernaux reflexiona sobre su figura, el apego y el desapego, ese amor y a la vez es e rechazo que le creaba su padre. ¿Cómo crear un vínculo con alguien que evita los afectos?

Al comienzo del libro, Ernaux cuenta la alegría de haber conseguido el título de profesora, y como recibe una llamada de su padre en la que el se muestra extremadamente orgulloso. Y la autora cuenta esto con sorpresa. Porque, por primera vez en su vida, su padre se siente orgulloso de ella, o al menos lo verbaliza. Solo para morir a los pocos días.

Y es cuando muere su padre, cuando ella recuerda su vida, cuando la ataca un sentimiento de traición. Porque había puesto una distancia con su padre. Ella misma había creado ese “lugar” que él tanto había sufrido creciendo. El lugar donde ninguno de los dos conseguía encontrarse.

Hay lugares que a veces, inconscientemente, creamos, y que después son muy difíciles de derribar.