Cada historia de este libro, con sus pintorescos personajes, puede resumirse en el párrafo al final del capitulo titulado "Manual de Instrucciones":

"Cuando abra la puerta (o el libro) y me asome a la escalera (las páginas), sabré que abajo empieza la calle (la historia); no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mi como una magnolia, donde las caras (los personajes) van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal (o pulpa de celulosa), y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso (línea a línea) para ir a comprar el diario a la esquina".
*paréntesis incluidos por mí

Esta obra nos recuerda que, sin ir tan lejos al mundo de la fantasía, es inconsolablemente reconfortante saber que existe magia, sinrazón y absurdo en lo cotidiano. Que subir una escalera tiene instrucciones, que los relojes tienen un doble propósito, que las líneas de la realidad se entrelazan y que, queramos o no, estamos siempre luchando contra el pragmatismo y la consecución de fines útiles, ya que estos conceptos no tienen relevancia alguna.