Pienso en cómo Gladys se cuestionaba si sus memorias, si su ovarimonio, valían la pena escribirse y publicarse, ¿por qué si tuvo una participación importante en el movimiento estudiantil del 68, enseñó y compartió tanto con las mujeres encarceladas y logró tener un lugar en un mundo masculinizado como era la carrera de técnico industrial dudaba sobre su relevancia? Pero la entiendo, la entiendo perfectamente.

Me gustó el libro porque muchas veces se habla de _el momento_, del 2 de octubre (porque claro, no se olvida), pero es algo que ya conocemos y tenemos muy grabado; casi, casi forma parte de la identidad mexicana. Poco se habla del antes y del después, de las experiencias individuales, de seguir viviendo. En Ovarimonio se muestra ese proceso y vemos a la persona y no sólo a los personajes; a Gladys la atravesaba ser mujer y estudiante, pero también su clases social y su color de piel; su relato no sólo es valioso históricamente, también nos da coraje y valentía. Me quedó muy claro que el activismo político y el feminismo van de la mano, de manera orgánica, lo quieran nombrar así o no; eso lo demuestra durante su estancia en la cárcel de mujeres (tremendo suceso y maravilloso, en cierto sentido, también).

Si tuviéramos un La guerra no tiene rostro de mujer mexicano, Ovarimonio sería parte de él; no me imagino cuántas historias similares existen que no conocemos.