Nunca me cansaré de leer este libro y sin duda nunca dejará de ser mi favorito.

Desde la primera página me he sentido identificada en muchos aspectos con los personajes de la novela. La diversidad que hay en sus personalidades es increíble y llevada de una forma maravillosa por el autor. A pesar de lo diferentes que son entre ellos, consiguen que sus relaciones sean naturales y que se puedan ver reflejadas en las del propio lector, lo cual es fascinante.

Las últimas cartas se hacen súper crudas a pesar del ambiente de esperanza que presentan, quizás sea por la manera en la que se llega a conectar con los protagonistas lo que hace de la despedida algo tan duro pero a la vez feliz.

He amado cada palabra que Chbosky ha plasmado en esta novela y lo que transmite con ella. No puedo esperar a volver a leerla pronto.